2057 d.C. junio 24

Segundo Domingo después de Pentecostés

Propio 7

James Ensor, Cristo calma la tempestad, 1891, Museo de arte al mar, Ostende, Bélgica.

Colectas

Oh Señor, haz que tengamos perpetuo amor y reverencia a tu santo Nombre, pues nunca privas de tu auxilio y guía a los que has establecido sobre la base firme de tu bondad; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Lecciones

Leccionario Común Revisado — Año B

Serie Semicontinua

o

y

Serie Complementaria

Leccionario del Oficio Diario — Año Uno

Oración Matutina
Oración Vespertina

Leccionario de 1979 — Año B

Prefacios

1. De Dios Padre

Porque tú eres fuente de luz y vida; nos hiciste a tu imagen, y nos llamaste a nueva vida en nuestro Señor Jesucristo.

o

2. De Dios Hijo

Por nuestro Señor Jesucristo, quien el primer día de la semana venció a la muerte y al sepulcro, y por su gloriosa resurrección nos abrió el camino de la vida eterna.

o

3. De Dios Espíritu Santo

Porque por medio del agua y del Espíritu Santo nos has hecho un pueblo nuevo en nuestro Señor Jesucristo, para manifestar tu gloria en todo el mundo.

Colores litúrgicos

Verde

La Natividad de San Juan Bautista

Artemisia Gentileschi, Nacimiento de San Juan Bautista, c. 1635, Museo del Prado, Madrid.

Colectas

Dios todopoderoso, por cuya providencia nació maravillosamente tu siervo Juan el Bautista, y fue enviado a preparar el camino de tu Hijo nuestro Salvador, predicando el arrepentimiento: Haz que sigamos de tal manera su enseñanza y santa vida que verdaderamente nos arrepintamos según su predicación, y que, a ejemplo suyo, constantemente hablemos la verdad, audazmente reprochemos el vicio y pacientemente suframos por causa de la verdad; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Lecciones

Leccionario Común Revisado — Año B

Leccionario del Oficio Diario — Año Uno

Oración Matutina
Oración Vespertina

Prefacios

Porque enviaste a tu amado Hijo para redimirnos del pecado y de la muerte, y para hacernos en él herederos de la vida eterna; para que, cuando vuelva en poder y gran triunfo a juzgar al mundo, nos gocemos contemplando su manifestación, sin temor ni vergüenza.

Colores litúrgicos

Blanco o dorado

Referencias